top of page
Logo01.png

CONOCE A GASTRONOMY RESEARCH LATAM

"La magia de la investigación."

Gastronomy Research LATAM, es un proyecto apasionante lleno de deseos de volver la investigación algo tuyo y cercano. Explora nuestro sitio y todo lo que tenemos para ofrecerte; tal vez nuestro blog despierte en vos el entusiasmo y  el sentimiento de comunidad para conocer y aportar a nuestra nueva realidad alimentaria.

Siéntate, relájate y sigue leyendo.

IMG_1691.jpg

El interés por mejores practicas, nos hace investigadores.

Durante años, hemos sentido un profundo  interés por la gastronomía, el saber el detrás del plato, es fascinate, sobre todo como pueden impactar de manera positiva el entorno como parte de esa naturaleza investigadora, albergar un instinto curioso que se convierte en profesion.

Finalmente decidímos asumir un rol, accionar y ser más conscientes al respecto.

Comenzamos Gastronomy Research LATAM,  con la misión de evidenciar practicas, figuras y experiencias de investigación de impacto, desarrollada por personas, proyectos científicos, antropológicos, técnicos y culturales de America Latina y aquellas figuras internacionales que le soportan, desde entonces he estado trabajando en ello.

 

Lo que comenzó como publicaciones semanales en las redes sociales se ha convertido en un sitio lleno de información sobre varios temas que son cercanos y queridos para nosotros.

 

Tómate un tiempo para explorar el blog y encontrar lo que te genera más interés. No dudes en contactarnos si quieres que colaboremos en un proyecto juntos.

 

¡Sigue leyendo y disfruta!

Fruta tropical
Buscar

En el rincón pintoresco de la memoria de Valentina Álvarez, la cocina manabita no es solo una tradición, es una conexión profunda con sus raíces. Nacida en un pueblo donde el sonido del mar y el aroma del horno manabita de su bisabuela Donatila, tejieron recuerdos, que se convertirían en profesión y un deseo por llegar por profundizar en tan buscada cocina ecuatoriana.

Horno Manabita.

“La cocina es mucho más que simplemente la preparación de alimentos; es una expresión cultural que se teje con los hilos de la historia, la geografía y las tradiciones familiares”


Valentina Álvarez, originaria de San Vicente, pueblo costero Manabí, proviene de una rica herencia gastronómica ancestral: su padre comerciante de mariscos vinculado al mundo cholo pescador y su madre, una campesina montubia.


Desde su infancia, Valentina fue atraída por la cocina, influenciada por los sabores transmitidos por su “Dona”. Los fines de semana, su familia vendía diferentes platos ellos entre estos, el corviche, un bocado montubio con plátanos verdes y carne de pescado.

Técnicas






De madre excepcionalmente talentosa en la cocina, Valentina desarrolló su pasión culinaria desde joven. Cuando su madre enfermó, asumió el rol principal en la cocina, demostrando sus habilidades con platos como tortillas de maíz nixtamalizado en ceniza y lengua de vaca en salsa de maní como su primera expresión en la cocina para satisfacer el paladar exigente de su padre.



La vida de Valentina siempre estuvo impregnada de la cocina. Su entusiasmo la llevó a experimentar con los sabores y tradiciones culinarias del Manabí, que la ha llevado a la investigación y documentación que visibilizarían el Horno Manabita, como nucleo trasmisor de la cultura alimentaria junto con su compañera Fanny Vergara chef investigadora, quien lideró el documental del Horno Manabita y su reconocimiento como parte del patrimonio cultural inmaterial del Ecuador , el 18 de abril del 2023.

Valentina, cocinera de cuna.

EL HORNO MANBITA.


“La cocina manabita no es solo una colección de platos deliciosos; es un testimonio de la historia y la cultura de la región. Manabí es un territorio con una rica herencia arqueológica, desde restos de conchas espondylus hasta las primeras semillas y diferentes especies como cacao y piña que se enviaron a Mesoamérica.” Menciona Valentina


Manabí resuena en la cultura ancestral como un centro experimental multidisciplinario en el desarrollo y domesticación de especies, lo que permitió a las culturas locales prosperar y desarrollar un conocimiento excepcional sobre los ingredientes locales. De hecho, la región de Manabí no fue conquistada por el Imperio INCA debido a su experiencia en el comercio y la capacidades de negociación de La Confederación Manteña (grupo de varios señoríos regionales) de cultura Manteña-Huancavilca que parece desaparecer con la llegada de los españoles, la cual Valentina describe como una habilidosa liga de mercaderes que poseía entre otras habilidades el conocimiento para obtener conchas espondylus, un manjar de los dioses y altamente representativa en la vestimenta de los grandes líderes de la época.


“La cultura Manteña – Huancavilca, es fascinante sobre todo por la descripción de su ocupación humana los 161 sitios arqueológicos registrados están concentrados en la franja marítima.”


El ingrediente esencial en la cocina manabita es el maní, mismo con el que se elabora la sal prieta que no puede faltar en la mesa del Manabí. Menciona Valentina que según estudios que ha realizado de manera personal considera que Manabita podría haber sido uno de los centros de domesticación de esta leguminosa.

Sal prieta

“La región llegó a tener más de 18 variedades de maní, y su consumo influyó en el desarrollo de expresiones plásticas en la cultura local. El maní era tan valioso que incluso se utilizaba como moneda de intercambio en el comercio con los Incas.”


A lo largo de la historia, muchas de estas variedades se han perdido debido a la homogeneización económica y la falta de atención a las cadenas de valor locales. Sin embargo, el maní sigue siendo un pilar de la cocina manabita, mezclado con otros ingredientes: como el maíz, el achiote, y el plátano.


La cocina manabita es una manifestación cultural rica y diversa, influenciada por las tradiciones ancestrales, la cultura española y la cultura afro.


Con el legado de 17 esclavos negros que naufragaron a la costa, cuenta la historia que la cocina manabita ha incorporado sabores, técnicas y preparaciones únicas que reflejan un fuerte arraigo intercultural en las bases ancestrales.


La cocina manabita es una sinfonía de sabores, que abarca lo dulce, lo ácido, lo salado y lo picante. El vinagre de guineo y el vino de frutas macerado son esenciales en la preparación de platos vibrantes y deliciosos.


La cultura culinaria de la región se ha expresado durante generaciones a través del horno manabita. Este antiguo y venerado instrumento encarna una rica expresión cultural que conecta el pasado con el presente y trasciende las barreras del tiempo.


Las ollas de barro

El corazón de la cocina de nuestros pueblos es el horno manabita, una estructura de madera que contiene ollas de barro y que juega un papel fundamental en la transmisión del conocimiento culinario. Este espacio une la agricultura, las expresiones culturales y la tradición oral, además de los productos. En él, se ahúman, deshidratan y cocinan carnes y otros ingredientes, creando platos únicos que son un homenaje a las raíces de Manabí.” Menciona Valentina


El horno manabita tiene profundas raíces históricas que se remontan a la época precolombina. En una región que ha sido testigo de la interacción de diversas culturas, este horno ha evolucionado y se ha adaptado a lo largo de los siglos.


Su construcción tradicional se compone de una caja de madera que alberga ollas de barro de diversos tamaños y capacidades. Estas ollas son el corazón del horno, ya que en ellas se cocinan y ahúman los ingredientes que conforman los platos tradicionales manabitas.




“El horno manabita va más allá de la mera preparación de alimentos. Es un nexo cultural que une la agricultura, las expresiones culturales y el traspaso del conocimiento de forma oral."


Los esfuerzos de Valentina Álvarez, Fanny Vergara y apasionados cocineros de la región demuestran que el horno manabita y la cocina manabita tienen un lugar destacado en el panorama culinario actual. Cada platillo preparado en este horno es un tributo a la herencia ancestral y una invitación a explorar los sabores únicos de Manabí.


La preservación de este patrimonio cultural es esencial para que las generaciones futuras puedan disfrutar de la rica tradición culinaria que el horno manabita representa.


La investigación y la documentanción es viaje de esfuerzos, de traspaso de identidad.


¡Hasta una próxima investigación !

Gastronomy Research LATAM ©️


Nota del Editor: Este artículo es una colaboración exclusiva de Valentina Álvarez, chef del reconocida, restaurante Iche.Un proyecto de innovación y desarrollo impulsado por la Fundación FUEGOS y La Secreta SA.

Todos los derechos de autor de las fotografías están reservados por Valentina Álvarez y colaboradores. Queda prohibida la reproducción o uso no autorizado de las imágenes sin el consentimiento expreso de los propietarios.




58 visualizaciones0 comentarios

Costa Rica, con una extensión de 51,179 km², limita al norte con Nicaragua, al este con el mar Caribe, al sureste con Panamá y al oeste con el océano Pacífico. Su población asciende a 5,226,362 habitantes.

El país es reconocido por su compromiso con la sostenibilidad, su rica biodiversidad y el turismo natural, así como por su destacada presencia en términos de capital humano en desarrollo tecnológico en Centroamerica. Sin embargo, mientras brilla en muchas áreas, su gastronomía ancestral se ha visto debilitada, al borde del olvido.


Cocina de Finca Kan Kan, El Chef Marco Marín cocinando con doña Daisy. (Fotografía Alejandra Trowbrige, todos los derechos reservados)

Tecnica de Ahumado, Saíno.

En el país, residen más de 104,000 indígenas, distribuidos en 8 tribus, de las cuales 36,000 habitan en 24 territorios. Tribus como los Bribris, Cabécares, Malekus, Chorotegas, Huetares, Ngäbes, Bruncas y Terrabas contribuyen significativamente a la riqueza cultural y civilizatoria del país, según los informes de la ONU.


Las raíces culinarias costarricenses, como resalta el antropólogo Carlos Borge, en su ensayo "La Gastronomía Costarricense", encuentran sus fundamentos en las influencias indígenas que datan de las tradiciones Chibchanas y Mesoamericanas. Estas tradiciones, con sus distintivas costumbres alimentarias y culinarias, siguen manifestándose en las prácticas actuales.


"La gastronomía prehispánica se divide en dos tradiciones u horizontes culturales, como son la chibchoide y la mesoamericana. Las distintas tribus de origen chibcha ocuparon lo que hoy es Costa Rica desde hace miles de años, hasta los siglos VIII y X en que aparecieron en la bioregión de la Cuenca de Nicoya (desde Tárcoles a Rivas) tribus mesoamericanas de habla náhuatl como los chorotegas y los nicaraos. Ambas tradiciones culturales, chibcha y mesoamericana, tenían costumbres alimentarias y culinarias diferentes. En los grupos indígenas actuales, que descienden de ellas, aún se manifiesta la diferencia" (Carlos Borge).


Sumak Travel nos invitó a adentrarnos en la comunidad indígena Boruca para experimentar su cocina de primera mano, proporcionando una oportunidad única de experimentación y documentación.


El pueblo Boruca de Costa Rica es reconocido por su cultura arraigada y ricas tradiciones. La lengua brunca proviene del "grupo talamanqueño de la rama occidental de la familia "chibcha" (Constenla Umaña, 1977, pág. 31).


Su identidad se construye mediante la transmisión de leyendas orales y un profundo respeto por la naturaleza circundante y la comunidad que los rodea. Además de su legado cultural, los Boruca son conocidos por su destreza en la navegación y la construcción de sus emblemáticas chozas y botes, que les permitían navegar el río Térraba y alcanzar la costa.


Artesano Boruca, Mascaras.

A lo largo de su historia, los Boruca enfrentaron desafíos significativos, especialmente durante la época del dominio español, lo que resultó en explotación, trabajos forzados y maltratos. A pesar de estas adversidades, lograron mantener sus tradiciones culturales y espirituales, junto con sus habilidades artesanales, destacando la elaboración de sus famosas máscaras de madera, que han cambiando con el tiempo, siendo símbolos arraigados en su identidad y patrimonio, a menudo representando personajes y elementos de sus leyendas.


En el siglo XX, los Boruca experimentaron un renacimiento cultural y revitalización comunitaria. Se establecieron en diferentes áreas como Curré, Palmar Norte y Puerto Cortés, retomando prácticas tradicionales como la pesca, la caza, y el uso de trajes tradicionales. Teñian su prendas con el molusco Múrice es una tradición que se ha mantenido desde la época prehispánica.


Estas prácticas implicaban la utilización de los caracoles, el añil y la cochinilla y sus eventos culturales como la Fiesta de los Diablitos y la Fiesta de los Negritos continúan manteniendo vivas estas tradiciones.


Es importante recalcar en este viaje de investigación, la obra de la Dra. Doris Stone, "Los Borucas de Costa Rica", publicada en una serie del Museo Peabody de la Universidad de Harvard en 1949.


La cocina del pueblo Boruca refleja la conexión con la naturaleza y su historia cultural. Aunque la información detallada sobre sus prácticas culinarias es limitada, es posible inferir que su dieta se basaba en los recursos disponibles en su entorno y en las tradiciones transmitidas de generación en generación.

Ana, una de nuestras guías por la cocina Boruca.

En los esfuerzos por documentar estas tradiciones culinarias, la escritora e investigadora costarricense doña Leila Garro, cuya profesión de enfermera obstetra le permitió relacionarse íntimamente con los pueblos indígenas, ha sido una figura clave. Con más de dos décadas de dedicación, ha recopilado las recetas de los pueblos indígenas, especialmente de la comunidad Boruca.


Su cercanía con don José Carlos, líder indígena Boruca y defensor de los derechos indígenas a nivel internacional, fue fundamental para crear la finca Kan - Tan, una recreación de la vida Boruca que resalta la conexión con el entorno y la comunidad.


Doña Leila y don José, dandonos la bienvenida.

"Las prácticas culinarias de los Boruca eran a menudo simples, pero no exentas de desafíos para obtener ciertos productos. La sal gruesa, vital en su dieta, era extraída del mar y trasladada a pie y en bote desde largas distancias. También usaban el 'quí tásh', una sal obtenida de las cenizas de troncos quemados en la playa, una técnica única en su género" (Sabores y Saberes).


Lo que pudimos experimentar en el Fogón de Kan- Tan, fueron tanto técnicas como comidas de la base prehispánica e influencias hispánicas. El maíz es el centro de todo; sin embargo, la realidad es que el cambio climático ha desacelerado las cosechas, y cada vez es más complicado encontrar el maíz; aun así, comimos deliciosos "sapitos" (bocadillos de maíz frito), tortillas y todo tipo de hojas como "chicasquil" y "shit".


Pasamos cuatro días de la mano de Ana, Daisy y Aniashi, indígenas Borucas y amigos de la industria gastronómica en una profunda comunión espiritual a través de la comida. "Tatica Küarsan", el dios de los Boruca, nos permitió estar en su territorio y conocer sus sagradas virtudes.


El Chef Pablo Valerios, preparando la Palma Real (palmito)

El padre de don José Carlos, que en paz descanse, mencionó qué en 1930 llegó el arroz a la comunidad Boruca. Esto nos hace pensar que de esa época nacieron los deliciosos tamales envueltos en hoja de bijagua, esperamos todo un día que se cocinaran en esa maravillosa cocina de leña.


Tamales de arroz en hoja de bijagua.

Solo los Boruca, en su territorio declarado área protegida, pueden utilizar sus recursos para la construcción y alimentación (Ley Derechos Indigenas de Costa Rica). Esto nos dio la oportunidad de recibir la invitación consumir Palma Real de más de 25 años en el chagüite (lugar de siembra de los pueblos indígenas).


Fue un honor y un privilegio, honramos cada comida como si fuera enviada directamente por los dioses.


Claro, consumirla no fue fácil; tuvimos que bajarla nosotros mismos. Aunque fui una espectadora y no di ni un solo "machetazo", ver a don Hernán el encargado de la finca Kan - Tan y mis compañeros bajar esa palma fue una experiencia espiritual.


Por las noches, compartíamos la mesa, agotados de un día que se hacía corto. Los días pasaron tan rápido entre tanta reflexión, emoción y sensación, con un "traguito de chicha", quedamos debiendo la fiesta en el agotamiento de la falta de las buenas costumbres del trabajo y las madrugadas del campo.


Pero aquí no termina nuestra travesía. Nuestro popular "pozol" se convirtió en "pozol de maíz y frijoles".


Ya no era el maíz reventado, sino una deliciosa sopita de frijoles y maíz. Molimos maíz, algo tan pequeño que se convirtió en un juego de niños.


Doña Daisy Moliendo el Maiz de los Sapitos

Todos medíamos nuestras fuerzas con las de doña Daisy, y la nuestra, no llegaba "ni a los talones". Me recordó cuando éramos niños en la cocina con las abuelas, diciendo:

"Yo quiero, intentarlo, mami" (así le decía a mi abuela), "yo quiero".


Preparando la tamaleada, a un lado friendo los "sapitos"

Debo decir que nos atrapó el momento. Tuvimos diálogos en la cocina más profundos que las tendencias que estamos viviendo.


Durante cuatro días, recordamos el sentido de la comunidad en la cocina y en la mesa, donde pasábamos horas riendo, conversando y contando historias. Experimentamos la comunión a través de la comida.


Boruca fue una experiencia espiritual a través de la cocina. Los saberes se fueron, pero los sabores quedaron. Fuimos instintivos.


La mesa es comunión. Noches en Boruca. Chef Heberto Four Seasons.

Como anécdota, "estómagos inflados", no decíamos nada, ninguno de nosotros estaba acostumbrado a alimentos con alto contenido de fibra.


"Muchas veces reflexiono sobre por qué los costarricenses nos sentimos con un vacío cultural ancestral, y cuanto más investigo, más lo comprendo."


Hago la hipótesis de la influencia de culturas que confluyen, los chibchas con los mesoamericanos, ya adelantados en sus prácticas. Miles de años después llegaron nuestros chorotegas con prácticas avanzadas en la agricultura y los chibchas con sus técnicas de caza.


Siento que los costarricenses somos una residencia multicultural de muchos años, y nuestra casa es casa de todos los que quieran aportar.


Momentos de Reflexión, Chef Andres Sandoval, Gallo Rojo.

El pueblo Boruca ejemplifica resiliencia y perseverancia ante desafíos históricos. Su habilidad para conservar tradiciones y revitalizar su cultura a lo largo del tiempo resalta la importancia de la identidad cultural y el arraigo a la comunidad para la preservación y enriquecimiento de su herencia.


"No por nada los mencionan como guerreros."


Agradecemos profundamente a Alejandra Trowbrige por tan magnificas fotos, a Pablo Valerios por el aporte de su proyecto personal, a Sumak Travel, a cada uno de mis compañeros de viaje, Andrés de Gallo Rojo, Julieta de Sumak Travel, Miguel de Arenas del Mar, Marco (chef privado zona Papagayo), Herberto de Four Seasons, Rodrigo, San Lucas Experience y a toda la comunidad Boruca por tan grata experiencia.

¡Hasta una proxima investigación!


160 visualizaciones0 comentarios


Con raíces en Canadá y una infancia en Chile, el chef Gustavo Moreno muestra una pasión profunda por investigar los productos de las costas chilenas. Su proyecto refleja su determinación y habilidad para acumular conocimiento, lo que evidencia su camino consciente por la cocina.


Gutavo Moreno, cocina Mareal y momentos de Proyecto Recolecto


Después de completar sus estudios en Chile, Gustavo tenía la intención de desarrollar su naturaleza artística como fotógrafo profesional. Sin embargo, el destino tenía otros planes para él, que lo llevaron a sumergirse en el mundo culinario y convertise en un chef enfocado en desarrollar una alta creatividad a traves de la investigación.


Su proyecto se ha convertido en un viaje de convicción que ha requerido años de especialización y profundización en temas específicos. A través de sus experiencias, la curiosidad de Gustavo ha crecido y ha enfrentado cada paso del proceso, los cuales le han llevado a una trayectoria que está marcada por una creatividad que reinterpreta las prácticas de los recolectores del pueblo chileno.


Busqueda de producto en la costa de Pichilemu.


Después de formarse como sommelier y trabajar para prestigiosas marcas de vino, regresó a la cocina en Santiago de Chile en 2012, donde creó dos importantes proyectos, cenas clandestinas donde trabajaba como producto principal el cerdo, "desde la cabeza hasta la cola" y su cafetería de especialidad. Estos emprendimientos reavivaron su espíritu creativo como cocinero.


La pérdida de sus padres lo llevó a reflexionar sobre el disfrute de la vida y lo motivó a cumplir el deseo compartido de vivir en la playa. Así, dejó atrás Santiago y se mudó a Pichilemu, una ciudad turística costera al suroeste de Santiago, en la zona central de Chile. Esta área es conocida por sus fuertes oleajes y sus playas como El Infiernillo y Punta de Lobos, que ofrecen paisajes que parecen inhóspitos con acantilados empinados.


Es aquí donde Gustavo ha llevado a cabo una importante investigación sobre los productos silvestres locales.


"Cuando inicie Raices Lab, sabía que no era un proyecto sostenible económicamente, por tanto, durante ese tiempo desarrollé asesorías a restaurantes y viñas para poderme sostener y continuar con el proyecto", menciona.


Es en este contexto que nace el proyecto Raíces Lab, el cual ha determinado el camino del cocinero, brindándole una cosmovisión de la cocina y una comprensión profunda de su verdadero propósito como chef. Gustavo reconoce que Raíces Lab, fue el proyecto que lo llevo a darse a conocer como cocinero, sin embargo no le permitía estar tan cercano a la comunidad de Pichilemu como él deseaba.


"Hacer investigación en cualquiera de las áreas es querer llegar a algo, tambien es poder contribuir, que pueda brindar un beneficio más allá del mío, del restaurante, de un premio o un reconocimiento; es dejar algo para futuras generaciones, para la comunidad, muchos lugares generan investigación para ellos mismos y deja de tener sentido sino se comparte", nos explica el chef.


En consecuencia, el proyecto evolucionó hacia una experiencia de conexión con la comunidad a través de Mareal Restaurante, una versión de "fast food" que él y su equipo han apodado "fast good", debido a su amplia investigación de técnicas culinarias con productos silvestres cercanos a la costa, que interviene como un proyecto más saludable y sostenible. Hoy día el restaurante ha experimentado un impresionante aumento de la participación de mercado, pasando de un 5% a un destacable 95% de participación de la población local, aproximadamente.


"Hay una investigación importante detrás de lo que hacemos en Mareal, siempre estamos tratando de aprender a hacer cosas referente al mar, como podemos transformar, ya sea a través de la parrilla, la fermentación o un curado... Lo que estamos haciendo en Mareal que en teoría es una comida un poco más fast food, es más dificil llegar a donde llegamos y lo hacemos de muy buena forma"


Video: Entrevista, la importancia de la investigación para la creatividad del cocinero.


Mareal se ha consolidado como uno de los restaurantes más destacados en la zona, lo que subraya el sólido vínculo que ha logrado establecer con la comunidad de Pichilemu.


Una tarde en Mareal, Pichilemu.


En colaboración con el Proyecto Recolecto, que se encuentra en una breve pausa debido al crecimiento y la demanda de Mareal; Gustavo ha revitalizado su pasión por la recolección consciente de alimentos. Sin embargo, su labor trasciende aún más; se trata de un profundo vínculo con la tierra y el mar, recursos que él y su equipo aprovechan de manera sostenible y respetuosa.


"Aprendí de manera autodidacta, hace unos años cuando participe en ÑAM, hice un pequeño desarrollo de una crítica, de que no nos enseñan desde la base la comida silvestre, los productos de la costa. Siento que las redes sociales a veces muestran más de lo que realmente hay, por ejemplo sale un cocinero con una foto trabajando algas y la gente dice ¡Wow!

Cuando quiza no sabe realmente del producto o como trabajarlo"


Durante la entrevista, Gustavo compartió dos relatos que dejaron una profunda impresión en la conversación. En el primero, mencionó cómo su conexión con la naturaleza lo llevó a replantearse su posición agnóstica, al ser testigo de la majestuosidad de la naturaleza y cuestionarse si realmente estábamos solos en este mundo, cuestionamiento que se han planteado muchos científicos de la historia.


"Durante muchos años fui agnostico, ya que vengo de una familia muy catolica, sin embargo, la playa me hace conectarme de tal manera que pienso que quizá no estamos solos y hay algo más grande que nosotros" , menciona.


El segundo relato que me dejó una profunda impresión como investigadora fue sobre la conexión de la comida con nuestros ancestros. Gustavo compartió la historia del "caldo de pulgas de mar", una experiencia que me conmovió y me hizo replantearme cuantas memorias perdemos con la perdida de las recetas ancestrales, de quienes somos, de donde venimos y hacia donde vamos.


Comenta el chef que durante una conversación con ancianos del pueblo, le explicaron como sus madres preparaban este caldo con pequeños cangrejos, inicialmente preocupado por cómo sería recibido por los consumidores decidió reinventarlo, esta creación culinaria resultó ser sorprendentemente deliciosa.





Este plato evolucionado al igual que todos los de la carta y han cumplido con creces la satisfacción de la curiosidad por nuevos sabores despertando una conexión emotiva con cada una de las recetas.


Ambos relatos reflejan la profunda conexión con la naturaleza y la historia culinaria de la región, mostrando cómo estas experiencias han influido en su trayectoria como cocinero y en su comprensión de la gastronomía local.


"Proyecto Recolecto ha reunido desde niños hasta ancianos, nuestra intención es que la comunidad aprenda a utilizar estos alimentos en sus cocinas y que exista cultura de mar, hacemos un tour de una hora y cuarto donde pueden reconocer alrredor de dieciséis plantas silvestres comestibles a lo largo de la costa", comenta.


Durante la entrevista, llegamos al acuerdo en que la investigación trasciende los objetivos personales y se convierte en una necesidad de dejar un legado, de contribuir y aportar algo significativo.


En conclusión, Gustavo Moreno es un chef en constante evolución, cuyo camino de autodescubrimiento lo ha llevado a abrazar la creatividad, la investigación culinaria y la conexión con la naturaleza para crear experiencias gastronómicas únicas e integrales.


El reflejo de un ser humano consciente y disruptivo, con una actitud ejemplar hacia el mundo. Su camino personal ha tenido un impacto en la investigación de la cocina chilena, gracias a su deseo de hacer las cosas de manera diferente.


En nombre de Gastronomy Research Latam, queremos expresar nuestro profundo agradecimiento por tu empatía, conciencia y el trabajo excepcional que ha desarrollado.


Su dedicación, apoyo y transcendencia merecía el reconocimiento del “Proyecto Edición 1” de la comunidad de Gastronomy Research Latam.


¡Hasta una próxima investigación!

154 visualizaciones1 comentario
Todos los videos

Todos los videos

Mirar ahora

SOBRE MÍ

La vida se compone de sueños que se mueven a objetivos...

975cc7a1-0c2b-443a-9213-17acf903b5e6_edited.jpg

Comencé Gastronomy Research con el objetivo de ofrecer a los lectores una visión de mis pensamientos, experiencias y el conocimiento detrás de los curiosos de la industria . Lo que comenzó como publicaciones semanales se ha convertido en un sitio dinámico repleto de información sobre varios temas que son cercanos e importantes para tener otras perspectivas de la gastronomía.

Tómate tu tiempo para explorar el blog y ver por tu cuenta qué es lo que te hace sentir curiosidad y ganas.

 

¡Sigue leyendo y disfruta!

ENTREMOS EN CONTACTO

San José, Costa Rica

+506 88907697

¡Gracias por tu mensaje!

bottom of page